Alfonso Mañas
2.055
palabras, 12 minutos de lectura
A finales de octubre el nombre de Mevia
se puso de actualidad debido a que una docuserie de un conocido canal de
historia le dedicó un episodio completo. Sin embargo, la información que daban no tenía nada que ver con la verdad histórica (decían que era una
gladiadora, y una ciudadana que libremente había elegido esa profesión), por lo
que esta entrada servirá para conocer a la Mevia real.
La
Mevia real
A Mevia la cita Juvenal, en las líneas 22-23 de su Sátira
1 (escrita hacia el año 100). Le dedica solo ocho palabras:
“Mevia Tuscum / figat aprum et nuda teneat venabula mamma”
(Mevia al etrusco jabalí atraviesa con
lanzas llevando una teta al aire)
Esa es la única referencia que hay en las fuentes a
Mevia, solo Juvenal habla de ella, y no dice nada más. Aunque pueda parecernos
poco, en realidad es mucho, muchísimo, pues los autores de la época no solían
escribir sobre los espectáculos de la arena, y cuando lo hacían casi nunca
mencionaban los nombres de sus protagonistas (gladiadores y cazadores de
fieras). En total, los autores de la época solo nombran a poco más de una docena,
y entre esos nombres la única mujer es Mevia.
Teniendo todo eso en cuenta entendemos
la importancia de la mención a Mevia: debía de ser una estrella realmente
impresionante, de lejos la mejor venatrix (cazadora de
fieras) de su tiempo, para que Juvenal la citase por su nombre, especialmente
Juvenal, que se distinguía por su misoginia (en sus sátiras critica con dureza
a las mujeres, especialmente en la sátira 6).
Pero además, si analizamos el fragmento,
veremos que también es importante porque nos dice muchísimo en esas ocho
palabras, nos permite conocer bastante de Mevia, de la Mevia histórica, que
como veremos no tiene nada que ver con la del episodio.
Foto 1. Caza del jabalí en
el campo, mosaico romano, siglo IV.
1.
Mevia, un nombre común
Lo primero que encontramos en el
fragmento es el nombre, Mevia, que era muy común
entre las mujeres de toda clase (está documentado tanto con mujeres de clase
alta como con libertas y esclavas), por lo que no aporta ninguna pista sobre la
clase social de Mevia. Lo único que nos indica es que no era un apodo, un sobrenombre,
cuya adopción estaba muy generalizada entre gladiadores y venatores.
Foto 2. Lápida de una liberta llamada Mevia,
siglo I, hallada en Stabiae (AE 2002,
00314).
2.
No era una gladiadora, sino una venatrix
Lo segundo que dice el texto es que
Mevia cazaba animales, por lo que NO ERA UNA
GLADIADORA (como dicen en el episodio), sino una venatrix (una mujer que cazaba animales en la arena, venatrix significa literalmente
“cazadora”, de venatio = cacería). Ya
he advertido muchas veces sobre el error tradicional de confundir gladiadores
con venatores (quienes luchaban
contra animales). No eran lo mismo. Confundir un gladiador con un venator es
como confundir un boxeador con un torero: el primero lucha contra otro hombre,
el segundo contra un animal.
3. Probablemente era esclava, o de clase
baja
Lo tercero que
dice el fragmento es que Mevia lleva un pecho al aire, lo que indica varias
cosas, entre ellas que probablemente era de clase baja, posiblemente una
esclava, contradiciendo lo afirmado en el episodio, que dice que Mevia era una
“ciudadana libre” (los esclavos no eran ciudadanos en Roma). Respecto a esto,
en primer lugar habría que matizar que la ciudadanía de las mujeres romanas era
una ciudadanía ‘de segunda clase’ (comparada con la ciudadanía de los hombres,
pues ellas no podían votar ni disfrutar de muchos otros derechos, mientras que
los hombres sí), por lo que la ‘libertad’ de las ciudadanas romanas era
ciertamente pequeña (de hecho, la mujer romana estaba sometida siempre a la
autoridad de un varón: padre, esposo, o hijo si era viuda). En segundo lugar,
centrándonos en la mención de la mama desnuda, esto sugiere que Mevia no era
una ciudadana, sino muy probablemente una esclava, en cualquier caso una mujer de
clase baja, pues una mujer de clase alta (una
ciudadana, una mujer respetable, de buena familia) jamás habría aparecido en
público con un pecho al aire: su pudor y su decoro no se lo habrían permitido,
ni tampoco su padre (o su esposo si ya estaba casada) le habría permitido
aparecer así en medio de la arena, ante los ojos de todo el pueblo de Roma (sus
conocidos, familiares y amigos).
La desnudez pública era para los romanos una humillación,
ningún hombre de bien aparecía desnudo en público (ni siquiera de cintura para
arriba) y mucho menos una mujer. Los gladiadores sí luchaban así porque eran infames, la categoría social más baja,
por debajo de los esclavos, por lo que se les imponía esa humillación pública
de la desnudez, para mostrar a todos su degradación como individuos.
Por tanto, si Mevia aparecía en la arena con una teta al
aire (como dice Juvenal, y en efecto luchaban así, pues hay varios relieves y
mosaicos que muestran a las mujeres que luchaban contra animales en la arena
así, con uno o ambos pechos al aire) probablemente era esclava, o si no lo era
sería una mujer pobre, obligada por las circunstancias a realizar ese trabajo
denigrante (porque implicaba desnudez) y extremo (porque se jugaba la vida) a
cambio de unas monedas con las que poder vivir.
Pero aparte del hecho de ir medio desnuda, el propio
oficio de Mevia, venatrix, ya indica que sería de clase baja: como hemos dicho,
los individuos de clase alta no se dedicaban a los oficios de la arena, sino
que estos los desempeñaban mayoritariamente esclavos y libertos, que
necesitando dinero aceptaban la mancha moral de la infamia que entrañaba
ejercer esos oficios. Junto a eso, matar
jabalíes no es una habilidad que se adquiera de la noche a la mañana, una mujer
de la época no pasaba automáticamente de vivir conforme a los roles de mujer
aceptados entonces (los cuales no incluían la caza, una práctica exclusivamente
masculina) y en unas condiciones de seguridad aceptables (las propias de un
hogar romano de la época) a convertirse en una cazadora de jabalíes en la
arena, adoptando unos valores totalmente opuestos y jugándose la vida en cada
actuación. Eso sugiere de nuevo que Mevia no habría sido una ciudadana, o una
mujer que hubiese pertenecido a una familia típica, sino más bien la hija de un
venator o de otra persona relacionada con el mundo de la arena, o que se habría
criado en una escuela de gladiadores y/o venatores, y por ello desde joven le
habrían enseñado ese oficio de cazar fieras en la arena (bastante complejo
técnicamente, y que exigía también unas condiciones físicas altas, que no
podían adquirirse de un día para otro, sino que eran el resultado de años de
entrenamiento, como la actitud psicológica para afrontar un combate con una
fiera).
Una mujer capaz de cazar fieras era un bien cotizado en
el mundo de la arena, por escaso, de manera que es plausible que alguien de ese
mundo (probablemente un venator, que tenía los conocimientos y los medios)
hubiese enseñado esa habilidad a una niña (su hija, o una niña comprada o
adoptada con ese propósito), con el objetivo de ganar dinero con ello cuando
fuese adulta. Comprar un esclavo y enseñarle una habilidad, para enriquecerse
con él, era una práctica habitual en la época.
Foto 3.
Amazona, estatua romana, siglo I. Los romanos imaginaban a las amazonas
llevando un pecho al aire, al igual que la Mevia descrita por Juvenal, lo que
sugiere que Mevia iba ataviada igual que las amazonas, con una túnica corta que dejaba el pecho
izquierdo al aire, como la amazona de la estatua. Así, esta estatua es una
representación fiel de cómo aparecería Mevia en la arena (incluido el peinado).
4.
Técnica de caza del jabalí
Finalmente, otra cosa que podemos deducir del fragmento
es la manera en que Mevia mataba al jabalí: el texto menciona el venabulum (en plural, venabula), el arma de caza típica de los
romanos. El venabulum era una lanza adaptada para la caza, la conocemos muy
bien porque aparece representada con detalle en multitud de fuentes visuales
(e.g. foto 1). Como muestran esas fuentes, el venabulum no se lanzaba (lógicamente)
sino que el venator lo sostenía con fuerza con ambas manos, esperando el choque
del animal que cargaba contra él (ya fuese jabalí, toro, oso, león… la técnica
servía para cualquier animal cuyo instinto le llevaba a abalanzarse contra su
agresor). La idea era que el animal se ensartase en la lanza, y para que la
acción tuviese éxito, el asta del venabulum era gruesa, para no romperse ante
la embestida del animal, y la punta de la lanza tenía en su base una barra
transversal, para evitar que la lanza se hundiese más allá de ese punto,
manteniendo así la distancia de seguridad entre el animal y el venator (si la
lanza se hundiese más, o el asta se partiera, el animal podría alcanzar al
venator, y matarlo, pese a estar herido).
Teniendo todo eso en cuenta, es evidente que Mevia debió
de ser una mujer de un físico impresionante, de gran fuerza (pues hay que ser
muy fuerte para aguantar la carga de un jabalí cuando choca contra la lanza, y
para que esta no se escape de las manos), muy valiente (para aguantar en el
sitio frente a un animal furioso que carga contra uno), y hábil en su arte de
matar bestias.
Puesta en
escena
Mevia probablemente iría acompañada de perros, los
asistentes típicos en la caza del jabalí (foto 1), pues la venatio se
escenificaba con todos los elementos de una cacería real, para llevar a los
urbanitas de Roma (la urbe por excelencia, un millón y medio de habitantes en
el año 100) el sabor genuino de esa actividad rural y campestre.
Pero junto a esa imagen de realidad se incluían también
elementos espectaculares, pues la venatio del anfiteatro era en primer lugar,
como todo lo que se ofrecía en la arena, un espectáculo (spectaculum, “algo digno de ser mirado”, de spectare = mirar). El primero de esos elementos espectaculares era
la misma Mevia, pues las mujeres no cazaban en Roma, por lo que una mujer
cazando jabalíes ya era en sí mismo algo digno de ver. El segundo elemento
espectacular era que fuese con un pecho al aire, pues las mujeres romanas no
iban así en público. La razón de aparecer así era doble: por un lado era un
atractivo erótico para los espectadores (mayoritariamente hombres, pues en el
Coliseo las mujeres solo podían sentarse en la zona más alta, las demás gradas
estaban reservadas a los hombres) y por otro lado evocaba el aspecto de las
amazonas (que eran imaginadas por los romanos con uno o ambos pechos al aire,
como muestran varias fuentes visuales y escritas [e.g. foto 3]).
Conclusión:
diosa de la arena
Así, cuando Mevia saltaba a la arena, lanza en ristre y
con un pecho al aire, caminando resuelta hacia un jabalí furioso, los
espectadores de la grada quedarían fascinados, creyendo ver a una auténtica
amazona, y cuando esta se alzaba vencedora, con su rival derribado a sus pies,
las gradas estallarían en una ovación, todos impresionados ante esa mujer que
obraba tales proezas, propias de un hombre. Creerían estar viendo a una diosa.
Como dice Marcial, lo que solo habían oído por los mitos,
la arena se lo mostraba.
“Quidquid
fama canit, praestat harena tibi ”
Eso era un spectaculum,
eso era alcanzar la gloria en la arena, y eso explica la fama de Mevia, que fue
tan grande que hasta Juvenal la citó por su nombre, haciéndola inmortal,
llevando su nombre hasta hoy… y su moda de ir con una teta al aire.
Foto 4. La moda amazona hoy: fuera ya del
ámbito histórico, como curiosidad, la moda amazona de ir con el pecho izquierdo
al aire goza de cierta popularidad en nuestros días, como muestran varias
famosas que han elegido este look en los últimos años (si bien lucen una
pezonera, añadido moderno, pues exhibir el pezón no se considera de buen gusto
hoy). De izquierda a derecha, Victoria De Angelis (Maneskin, MTV Awards 2022), Olivia Wilde (portada de Elle, octubre 2022), Nicki Minaj (París
Fashion Week 2017).
Sobre el autor:
alfonsomanas1@hotmail.com
Perfil en Facebook
Miembro del grupo de investigación CTS-545 (área de Historia del
Deporte) de la Universidad de Granada
Consejero Editorial de The International
Journal of the History of Sport
Guía en viajes de temática gladiatoria
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Para saber más sobre las cacerías de animales en la arena, el
papel de las mujeres en ellas, y sobre otras mujeres que lograron la fama
luchando en la arena, ver las páginas 135 y siguientes de Gladiadores: el gran espectáculo de Roma (edición 2018).
Sobre las venationes y las mujeres en la arena, ver también el documental ‘Escuela de gladiadores’, de Arqueomanía (minuto 8:26 y 21:07).
Sobre el papel de las mujeres en los
espectáculos, especialmente en la parte griega del imperio, ver los libros de
Fernando García Romero, el
mayor experto mundial en deporte en la antigua Grecia:
- El deporte en la Grecia antigua (2019, Síntesis)
- Los juegos olímpicos y el deporte en Grecia (1992, Ausa)